Las furgonetas, en el punto de mira: la DGT alerta del aumento de la siniestralidad y reclama un plan de seguridad vial específico

La Dirección General de Tráfico (DGT) ha abierto el debate sobre la seguridad vial de las furgonetas, un tipo de vehículo que, a medio camino entre turismos y camiones, se ha consolidado como pieza clave en la logística y el reparto urbano. El auge del comercio electrónico y de los servicios de distribución ha disparado su presencia en las carreteras españolas, pero también ha puesto en evidencia sus carencias en materia de seguridad.

Durante una jornada monográfica celebrada en Madrid, expertos y responsables del sector analizaron el papel de las furgonetas en la movilidad actual y plantearon la necesidad de un plan específico que refuerce la prevención de accidentes y la formación de conductores. El director general de Tráfico, Pere Navarro, recordó que este tipo de vehículos “siempre ha estado en un segundo plano”, al margen de estrategias integrales de seguridad vial como las que sí existen para turismos y camiones.

A diferencia de estos últimos, las furgonetas no requieren permisos especiales para conducirlas ni están obligadas a llevar tacógrafo, lo que ha favorecido su expansión en el ámbito del transporte urbano. Con una masa máxima autorizada de hasta 3.500 kilos (4.250 en el caso de las eléctricas), son versátiles tanto para el reparto de mercancías como para el traslado de pequeños grupos de personas. Sin embargo, esta flexibilidad normativa también implica riesgos.

Los datos del Observatorio de Seguridad Vial son contundentes. En 2024 fallecieron 79 ocupantes de furgoneta en vías interurbanas, casi el doble que en 2023, y los heridos hospitalizados pasaron de 138 a 190. Los siniestros mortales aumentaron en autopistas, autovías y carreteras secundarias, con especial incidencia de colisiones y salidas de vía. En zonas urbanas, la cifra de fallecidos ascendió de 4 a 6, mientras que los heridos hospitalizados descendieron ligeramente. Los usuarios vulnerables —peatones, ciclistas y motoristas— concentraron cerca de la mitad de las víctimas.

Otro factor preocupante es el consumo de alcohol, drogas o psicofármacos entre conductores: el 41% de los fallecidos en 2024 dio positivo en pruebas toxicológicas, un porcentaje algo inferior al del conjunto de conductores (48%), pero que refleja un riesgo añadido en este segmento. A ello se suma la antigüedad del parque: cerca del 40% de las furgonetas que circulan en España supera los 20 años y la media general ronda los 12. En los siniestros mortales, la edad media de los vehículos implicados ascendió a 16,7 años.

Los expertos coinciden en que la solución pasa por una combinación de medidas. Rafael Aguilera subrayó que “renovar la flota con furgonetas equipadas con asistentes de ayuda a la conducción y fomentar la formación de los repartidores no es solo una cuestión medioambiental, es sobre todo una cuestión de seguridad”. En la misma línea, José Carlos Espeso insistió en que “no basta con endurecer la normativa; necesitamos formación específica, más concienciación y una planificación logística adaptada a las nuevas realidades”.

Los datos laborales también muestran una tendencia preocupante. Los siniestros de tráfico mortales en jornada laboral pasaron de 93 en 2023 a 96 en 2024, y los ocurridos en desplazamientos in itinere aumentaron de 140 a 150. Según el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, las furgonetas estuvieron implicadas en un 5,5% de los accidentes mortales durante la jornada y en un 1,5% de los vinculados a los trayectos de ida y vuelta al trabajo.

El debate está abierto y el diagnóstico es claro: la seguridad vial de las furgonetas es un reto pendiente que requiere una estrategia integral.

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