Más de 117.000 conductores perdidos en un año: el transporte por carretera exige un plan coordinado

La escasez de conductores profesionales se ha convertido en uno de los principales retos para el transporte de mercancías por carretera en Europa. Según los últimos datos, en los últimos doce meses se habrían perdido más de 117.000 conductores cualificados, una cifra que sorprende no solo por su magnitud, sino porque afecta también a profesionales de entre 30 y 40 años, no únicamente a jubilados.

El problema, lejos de remitir, se agrava. El sector necesita incorporar 40.000 nuevos conductores de vehículos pesados cada año, según el Informe de Capacidades publicado a comienzos de 2025. Sin embargo, la realidad apunta en dirección contraria. Transportistas de todo el país reportan una escasez creciente de personal a niveles no vistos desde la pandemia, consecuencia de un cúmulo de factores estructurales que llevan años gestándose.

Uno de los elementos más llamativos es la dificultad de los nuevos conductores para acceder a empleos estables. Los elevados costes del seguro actúan como una barrera de entrada, mientras que la caducidad de tarjetas CAP refleja un problema de fondo: conductores que abandonan la profesión porque perciben que el sistema no les ofrece estabilidad ni futuro. A ello se suma que la formación resulta costosa y está fuera del alcance de muchos aspirantes, al tiempo que los programas nacionales financiados, como los bootcamps, han desaparecido.

En este contexto, el transporte por carretera continúa fuera de las grandes prioridades políticas, como la Estrategia Industrial. Una ausencia que limita la capacidad del sector para impulsar soluciones a largo plazo.

El impacto es desigual según los segmentos. Los sectores especializados, como el transporte en cisterna, sufren menos la escasez, mientras que el mercado general se resiente con especial intensidad. La mera subida de salarios por hora no ha sido suficiente para revertir la tendencia. Los problemas estructurales van más allá de la retribución económica.

Durante décadas, los cargadores han impuesto una lógica de precios bajos como norma en la contratación de transporte. Esto ha derivado en una visión cortoplacista por parte de los grandes operadores y en el debilitamiento de los márgenes de los pequeños transportistas, generando a su vez una vulnerabilidad creciente en la cadena de suministro. Paradójicamente, quienes presionan a la baja los precios son los mismos que asumen el riesgo cuando la capacidad de transporte se reduce.

Confiar únicamente en incrementos salariales no es suficiente para atraer y retener talento en un contexto en el que los costes operativos no dejan de crecer. La solución pasa por un enfoque más amplio y coordinado. Es imprescindible recuperar a los conductores cualificados cuyas acreditaciones han caducado y ofrecer itinerarios de entrada que funcionen tanto para los nuevos profesionales como para los empleadores. Asimismo, el sector reclama un sistema de apoyo a la formación sostenible, acorde con la relevancia estratégica de la logística para la economía.

El gran reto es reconstruir la percepción de la conducción como una carrera respetada y de largo recorrido. Para ello, resulta imprescindible un esfuerzo conjunto que implique a la industria, al Gobierno y al sistema de cualificaciones profesionales. Solo con un enfoque coordinado será posible garantizar la viabilidad del transporte de mercancías y proteger un eslabón crítico de la economía.

Fuente: https://www.rha.uk.net/news/news/detail/joined-up-thinking-can-tackle-driver-shortages

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